Paraguay repite todos los 1 de agosto la tradición de tomar el Carrulím, una bebida que previene los maleficios, fortalece el cuerpo y el espíritu y espanta a la propia muerte. Es parte de la cultura popular. Toma su nombre de la caña, ruda y limón.
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Hohenau (La Región Digital). Las familias paraguayas mantienen viva una vieja tradición que se celebra cada 1 de agosto: comenzarán el día bebiendo Carrulím, con la esperanza de ahuyentar las “malas vibras” y purificar la sangre y el alma.
El Carrulím es una bebida a base de caña, ruda y limón y de ahí toma su nombre: ca (caña), ru (ruda), lim (limón).
Desde tiempos inmemoriales y de generación en generación se transmite la creencia de que este ritual (el de beber unos sorbos o unos traguitos largos) tiene la capacidad de ahuyentar las malas ondas y la mala suerte. Se toma el primer día de agosto, porque en otros tiempos se consideraba al octavo mes del año como el mes de las desgracias.
“Agosto, vaka piru ha tuja (ĝuaiĝui) rerahaha”, se suele decir durante el primer día del mes, en guaraní, que traducido expresa que agosto es el mes que se lleva (se mueren) las vacas flacas y los ancianos.
Según el doctor Aníbal Romero Sanabria, autor de “Más paraguayo que la mandioca”, esta costumbre se remonta a varios siglos atrás. Los indígenas reconocían a la ruda macho (de hojas más grandes) como protectora de la salud, y la mezclaron con licores y otras bebidas, que no eran la caña blanca, hasta que esta hizo su aparición y comenzaron a utilizarla como ingrediente principal en la elaboración del Carrulím.
También sirve como ungüento, ya que para curar males de espalda, se frota con alcohol puro.
Mito o realidad, creencia o simpatía, el Carrulím está insertado en la cultura popular paraguaya y la costumbre de beber unos traguitos va ganando cada vez más adeptos.
Este 1 de agosto, como todos los años, caña, ruda y limón, por las dudas. Y… ¡salud!